Podcast Jóvenes Conecta2
- Jóvenes Conecta2 cultura
- 30 may 2019
- 7 Min. de lectura
Reportaje realizado por
Juan David Munera
Juan Pablo Ramirez
Alan Gonzalez
Didier Venegas
Humedales en Soacha y Despoblación:
El departamento de Cundinamarca consiente de la gran magnitud de la problemática del Municipio de Soacha, municipio que se constituye de el Decimo en tamaño poblacional (Área Urbana) y Undécimo (población total) a nivel nacional y el primero a nivel departamental, sin contar a Bogotá que es su capital. Alberga el 14% de los habitantes del departamento, siendo el municipio que recibe mas del 50% de la población desplaza en el departamento, según datos obtenidos mas de 40.000 familias registradas.
¿Y los humedales? En los últimos años, la ciudad ha rellenado los humedales para abrirles paso a las viviendas, pero también los ha usado como vertederos de aguas negras y basuras. Hoy, quedan muy pocos, menos del 2% de los que había hace un siglo y cada vez menos conciencia sobre su importancia, así mas personas del campo puedan trasladarse Soacha o Bogotá, y dejando el campo completamente deshabitado.
Escuelas que cierran, casas extintas u hospitales a más de una hora de distancia en auto. Esta es la situación del 80% de los pueblos o comunidades cerca a Soacha que “están es riesgo de extinción”.
Pese a que la mayoría de ellos, duplica su población en verano, cada vez son menos los jóvenes que quieren volver al pueblo. “Hace años mis nietos venían en vacaciones, pero ya no porque no hay ni conexión a internet”, explica el Señor Daniel, un hombre de 80 años que ahora vive en las comunas. donde hace menos de un año cerró el único comercio del pueblo donde vivía.
Por otro lado, la información obtenida gracias a la casa de la cultura en Soacha, nos dice que los indígenas mayormente que los campesinos se desplazaron de su lugar nativo, pero no solo por minería ilegal o buscar una mejor vida etc. Una de las razones más impactantes es por los humedales que ya no están.
Por ejemplo, para los indígenas muiscas, los primeros habitantes de la sabana de Bogotá, los humedales eran lugares sagrados. Ecosistemas como el de Jaboque, en Engativá, eran considerados como santuarios, dignos de su respeto y protección, porque representaban la conexión espiritual del hombre con la naturaleza.
Pero además de su valor ancestral, la importancia de estos espejos de agua radica en las funciones que cumplen en la conservación del medio ambiente, ya que regulan el ciclo hídrico controlando y previniendo inundaciones, mejoran la calidad del aire, producen oxígeno, son refugio de especies endémicas y hábitat esencial de diversas especies de animales residentes y migratorios.
Pese a la relevancia de los humedales para la naturaleza, estos han sido blanco de la intervención humana debido al crecimiento desordenado de la ciudad, al depósito indebido de escombros y aguas residuales, lo que ha llevado a que en el último siglo Bogotá pasara de 50.000 hectáreas de humedales a contar hoy con cerca de 800.
La Capital Bogotá ha tenido aumentos de cerca de 300 habitantes durante lo que lleva el año 2019, según los datos del censo, convirtiéndose en la zona más poblada de la crisis demográfica, no solo a causa de la migración de venezolanos si no de igual manera de
campesinos e indígenas. A causa de esto se evidencia la despoblación rural, pero esto apoyado en la destrucción de los humedales buscando un fin de “beneficiar” a las familias.
Una escena triste para muchos urbanitas pero que esconde realidades dramáticas y que corre el riesgo de convertirse en un “desierto” debido al éxodo rural y la falta de inversión en la zona que provoca escasez de servicios e infraestructuras, Una situación especialmente preocupante para los habitantes mayores que rondan los 80 años que a su vez son los únicos con conciencia frente a menos del 30% de jóvenes que no tienen idea de lo que está pasando.
¿De quién es la culpa? La agricultura, la urbanización legal e ilegal, la construcción de grandes avenidas y la falta de cultura y conciencia ciudadana son las recurrentes amenazas a las que se enfrentan los humedales diariamente. Además, la demora para responder a la solución de los problemas que los han afectado por décadas hace más difícil su recuperación al igual que cada vez llega más gente buscando hogar les da provecho a las industrias de reclamar los humedales para la construcción. ¿y Soacha?
La plazoleta de Soacha parece la de un pueblo pequeño. Se escucha por igual la música popular o lo que suene en su momento. Alrededor hay almacenes para comprar cada cosa, y los edificios no tienen más de tres pisos. En su centro hay una estatua de Luis Carlos Galán, la figura que puso al municipio en el foco de la atención por primera vez, cuando lo asesinaron allí en 1989, en la antesala de las elecciones presidenciales en las que era favorito.
Pero lo que la hace distinta a una plaza común de pueblo es que allí no se percibe la sensación del paso lento del tiempo. Con el ruido y el movimiento de la multitud de un domingo en la tarde, cuando la gente desocupada sale a relajarse y se concentra por montones, se siente algo más parecido a estar encerrado causaría claustrofobia.
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La clase media es la que más perdura en una ciudad. El alta y la baja son las primeras en ser expulsadas de un territorio cuando el crecimiento urbano explota. Los ricos se van buscando exclusividad, y en Bogotá se fueron al norte, a municipios como Chía.
Los pobres se van espantados por el incremento del precio del suelo, que aumenta a la par que aumenta la demanda de vivienda. Y en Bogotá se fueron hacia el sur. Pero fueron tantos y sucedió tan rápido que pronto se chocaron con la frontera. Ciudad Bolívar y Bosa atravesaron el límite y siguieron su expansión hacia Soacha, donde se formaron entonces los altos de Cazucá, la Ciudadela Sucre y La Despensa. Hoy, la frontera no se distingue. Son las mismas casas precarias y pequeñas de lado y lado.
Esos territorios, los del lado de Soacha, rápidamente se convirtieron en un lugar de acogida para miles de desplazados del conflicto que llegaban a buscar refugio en Bogotá pero solo podían pagarlo en Soacha. Entonces, esos sectores se transformaron en lugares de crecimiento que jalaban mucho más que el centro. Pero no fue lo único que lo causo.
Así que hoy, esos lugares venerados por los indígenas hablando de humedal se han convertido en espacios profanados por la contaminación, echándolos o haciéndolos mudarse a las ciudades.
Las soluciones para revertir estas situaciones pasan, por mayores inversiones en infraestructuras viales y el agro, pero también de telecomunicaciones, así como una fiscalidad que incentive a las empresas a instalarse en entornos rurales, de cara a recuperar el tejido industrial y el empleo, en el caso de los indígenas solo piden “recuperar sus tierras y que las maquinas se alejen” afirmo un desplazado, que por construcción ilegal en un humedal termino llegando a Soacha.
Una de las opciones más novedosas es el empleo online. Las nuevas tecnologías pueden dar un reequilibrio a la zona. La mejora de las telecomunicaciones y la llegada de la fibra óptica facilita las opciones de teletrabajo trabajar online. Según los planes de la Alcaldía puede ser también un destino tras la jubilación visitar el campo colombiano para que la gente atraída por la calidad de vida y del aire de la región, se instale aquí.
Pero no hay "soluciones mágicas", se trata de múltiples alternativas y también "hay que tener en cuenta que muchos de estos pueblos no tienen solución, y terminarán desapareciendo, si la solución para los desplazados o inmigrantes es la construcción de hogares en Zonas cerca de Soacha solo por su bajo costo, nada va a cambiar seguirán llegando saliendo miles de personas y entidades que aprovechan el bajo presupuesto y lo necio que son las personas para deconstruir y dañar lo que es Soacha
vale la pena recalcar lo siguiente: Invasión por megaproyectos de vivienda, falta de zonas de protección y amortiguación, disposición de aguas residuales directas, actividades industriales de Invernaderos y cultivos, tala de árboles en zona de influencia, disposición de basuras y escombros aprobadas por la Secretaria de Planeación Municipal, pero peor aún, uno de los hallazgos más preocupantes, a nuestro parecer, es que en muchos de los casos no existe ningún reconocimiento por parte de las autoridades ambientales; panorama no muy alentador para las próximas generaciones, si estamos hablando de que el agua es una prioridad para todos y la necesidad más importante en el futuro.
De la amplia lista de ecosistemas de humedal presentes en nuestro municipio, tan solo dos, el Humedal de Neuta y el Humedal de Tierra Blanca están declarados como reserva hídrica y adoptado su Plan de Manejo Ambiental , por lo tanto aparentemente “gozan de protección”, y decimos aparentemente, ya que son muchas las jornadas de limpieza , mantenimiento, ornato y pedagógicas a estos dos escenarios realizadas por grupos ambientalistas y personas, y quien lo creyera, entidades Distritales, que sienten cierto grado de pertenencia y resaltan la importancia de las riquezas naturales del municipio.
Pero de manera insolita, en la recolección de datos nos enteramos que hace en él 2009, se desaparecieron del documento seis de los 11 ecosistemas; hecho por lo menos extraño, por cuanto, ¿a costa de qué se sacan del informe seis cuerpos de agua? ¿Se perdieron, desaparecieron, a dónde fueron a parar estos ecosistemas?,
Otra de las problemáticas que se avecinan y que generan impactos sobre los humedales, son los llamados Megaproyectos de Vivienda de interés social impuestos hace mucho por el gobierno Uribe, que ascienden a 168.186 viviendas, según datos de Planeación Municipal, generando más residuos, demandando servicios públicos y espacios de esparcimiento con los que NO cuenta el municipio. Ejemplo de esto es el Proyecto Maiporé, desarrollado cerca al Humedal el Vinculo, que tiene como estrategia de mercadeo una linda “lagunita” dentro de la urbanización, que bajo las políticas actuales de “desprotección” se convertirá en un problema para la comunidad con innumerables quejas por proliferación de olores, roedores e insectos y depósito de basuras.
Pobres los humedales que deben soportar esta presión, pobres nosotros que dejamos que suceda, pero felices los dueños de los proyectos que solo reciben las ganancias y se van del municipio dejando el problema.
Es necesario que la administración municipal, las autoridades ambientales y los entes de control, regulando la protección del cuerpo de agua, su zona de preservación ambiental, las actividades y usos permitidos, seguido por la participación activa de las asociaciones comunales, instituciones educativas, instituciones públicas, organizaciones ambientales y de cada uno de nosotros, en la protección, cuidado y apropiación de estos ecosistemas como Patrimonio Ambiental de Soacha.
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